Análisis de la arquitectura como cobertizo y símbolo
Ensayos y reflexiones recapitulados a través de las clases
Ruthmary Y. Gotay Ramírez
La superficie, como magnitud y atributo esencial de los cuerpos arquitectónicos, delinea los límites de su extensión, marca el inicio y fin de la interacción con su entorno en dos dimensiones. Sin embargo, más allá de su función física, la superficie se convierte en un elemento crucial que conecta la forma y el contorno en el ámbito de la arquitectura, dando lugar a un rico simbolismo y significado. La dualidad entre forma y contorno encuentra su punto de unión en la superficie arquitectónica. Esta última no solo delimita la estructura física de un edificio, sino que también comunica su esencia y propósito. En este sentido, la arquitectura puede ser percibida tanto como un cobertizo funcional, que responde únicamente a las necesidades prácticas, o como un poderoso símbolo que trasciende su función utilitaria para comunicar ideas más profundas y trascendentales.
El simbolismo en la arquitectura se manifiesta de diversas formas, desde la monumentalidad de la Ópera de Bulé, que representa lo sublime y lo grandioso, hasta la pragmática y tipológica arquitectura de Durand, que prioriza la funcionalidad y la eficiencia. Un ejemplo icónico de cómo la arquitectura puede convertirse en un símbolo es la Estatua de la Libertad, cuya estructura física se transforma en un medio para transmitir valores, principios de libertad y democracia. La noción de revestimiento, ropaje o fachada en la arquitectura adquiere un significado simbólico particular. La Ley del Revestimiento, que se manifiesta en la arquitectura paramétrica y en el trabajo de arquitectos como Frank Gehry, destaca la importancia de la superficie como un elemento de expresión y comunicación.
El enfoque de Gehry hacia la imperfección junto con la naturaleza del metal utilizado en sus edificaciones refleja una profunda reflexión sobre la relación entre la forma y el material. Un ejemplo emblemático de esta exploración es el Museo Guggenheim de Bilbao, una estructura envuelta en metal que desafía las convenciones arquitectónicas y se convierte en un ícono de la ciudad. La interacción entre la estructura y el cerramiento en esta obra, así como en otros ejercicios académicos de ropaje, demuestra cómo la superficie puede transformarse en un medio de expresión arquitectónica y comunicación simbólica.
La superficie en arquitectura va más allá de su función física de delimitar y proteger, se convierte en un lienzo en el que se plasma el simbolismo y la esencia de un edificio. Ya sea a través de la perfección de la forma o la imperfección, la superficie arquitectónica es un elemento vital que conecta la estructura física con su significado y propósito más profundos.
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